Por Juan Pablo Ayala el 13 de junio, 2023 a la(s) 2:30 pm
La forma en que las personas interactuamos con nuestro entorno está definida, muy posiblemente, por la manera en que este está estructurado. Las formas, los colores, las palabras, los sonidos y demás elementos se confabulan para crear un ambiente que, bien puede ser hostil, o amigable para nosotros.
Todo espacio y objeto con el que tenemos contacto estuvo sujeto a un proceso que derivó en su creación: el diseño.
Podemos escuchar dicho término aplicado a innumerables sectores, y para diversas finalidades: gráfico, textil, urbano, arquitectónico, industrial, editorial, publicitario, web, etc. Tiene tantas acepciones como interpretaciones, lo que lo hace una disciplina un tanto incomprendida y subestimada. No muchos apreciamos el verdadero poder que tiene, ni el grado de trascendencia del mismo en nuestra vida.
Las cosas que elegimos en nuestra jornada cotidiana (ropa, comida, artículos de consumo, etc.), e incluso en nuestras grandes decisiones (casa, autos, escuela, etc.) están siempre sujetas a un criterio de funcionalidad y estética; a veces en diferentes órdenes de prioridad. Esto, forma dentro de nosotros una percepción, misma que detonará una decisión y finalmente una compra.
En mercadotecnia, el diseño es de fundamental importancia para éxito de una marca. Tenemos desde el diseño de un producto: su empaque, presentaciones, logotipo, nombre y colores, hasta sus estrategias de precio, exhibición en punto de venta y comunicación comercial o publicidad. Todo se concibe, se planea; se diseña.
Todos tenemos un diseñador frustrado dentro. Por alguna extraña razón las personas solemos creer que el diseño es cuestión exclusivamente de sentido común; que basta sólo con hacer que las cosas se vean bonitas. Se presta para anteponer los caprichos estéticos de directivos, administrativos, y alguna que otra persona que pudiera haber interceptado alguna propuesta, maqueta o borrador. Es común escuchar una lluvia de opiniones de propios y extraños respecto a alguna pieza publicitaria, un logotipo, algún folleto, o la página web de la empresa.
Si debiéramos definir la función general de este término, sería que el diseño debe ofrecer una solución funcional y estética a una necesidad específica bajo principios de simplicidad, practicidad y economía.
Un diseño congruente desde todos sus ángulos genera un gran poder y valor a las marcas. Proyectan una cohesión bastante sólida, y no sólo en aspectos visuales. Una empresa que proyecta una imagen visual cuidada, un producto o servicio bien elaborado, una comunicación comercial efectiva, y un comportamiento acorde por parte de sus empleados o representantes, tiene grandes oportunidades y una enorme ventaja sobre sus competidores.
Si el diseño publicitario de un producto es impecable, es posible que persuada a un gran número de personas a comprarlo; pero, si su envase no es muy amigable ergonómicamente, o la experiencia de consumo no es relevante o satisfactoria para el comprador, quizá lo disuada de hacerlo la próxima vez. Si, por el contrario, el diseño físico de un producto es sobresaliente, mucha gente no podrá tener oportunidad de probarlo si su comunicación comercial, contenido, sitio web o e-commerce tienen un diseño deficiente.
La elaboración de un diseño comercial efectivo se conforma de varias disciplinas que se complementan con un mismo fin: mercadotecnia, semiótica, comportamiento, etnografía, colorimetría, tipografía, psicología, semántica, sociología, y un largo etcétera, que las personas responsables de la concepción de una solución deben conocer para generar un concepto y experiencia adecuados.
Un marketer y un diseñador pueden llegar a ser una mancuerna creativa tremendamente productiva; se complementan en conocimiento y experiencia, sólo que a veces no se comprenden muy bien el uno al otro.
La sinergia que estas dos mentes enfocadas en sus funciones pueden generar puede ser muy poderosa para una marca que verdaderamente valora su diseño.
A continuación, te mencionamos los principios básicos que consideramos debe de tener un buen diseño:
1.- Un buen diseño tiene concepto, una historia, algo qué decir.
2.- Diseñar es comunicar, no decorar.
3.- Un buen diseño debe ser universal y atemporal.
4.- Un buen diseño es versátil, se adapta a distintos medios.
5.- Es simple, claro y conciso.
6.- Un buen diseño es innovador. Sorprende y llama la atención del espectador.
7.- Ayuda a que se entienda un producto. Comunica a la perfección sus beneficios.
8.- Hace que un producto sea útil.
9.- Cuida los detalles.
En Mixen:Boosting Brands somos apasionados del buen diseño y podemos ayudarte a generar experiencias de marca remarcables. Platiquemos.
Colaboración de Hugo Cobos.